trump pompeo pray white house Oliver Contreras-Pool/Getty Images

La política exterior de Estados Unidos tras las elecciones a mitad de legislatura

WASHINGTON, DC – Un tema que faltó de las campañas electorales de mitad de legislatura estadounidense fue un mayor énfasis en la política exterior. Si bien se habló mucho de la caravana de migrantes que avanzaba desde Centroamérica a través de México, asuntos como el comercio con China, Irán, Corea del Norte e incluso Rusia y sus subterfugios cibernéticos no tuvieron mucha presencia. Eso cambiará ahora que el Partido Demócrata ha recuperado el control de la Cámara de Representantes.

Es probable que un acorralado Presidente Donald Trump recurra a una táctica favorita de los autócratas: fabricar crisis de política exterior para distraer la atención del público de los problemas en casa. Su determinación de protagonizar los titulares de los medios lo volverá más propenso, cuando le convenga, a llamar la atención a los problemas de Oriente Medio, redescubrir la amenaza nuclear de Corea del Norte, y obligar a los demócratas a la difícil decisión entre endurecer la mano con Rusia o entrar en una carrera armamentista.

O quizás Trump decida usar el Congreso como felpudo de asuntos exteriores, lanzando retos internacionales a los legisladores y poniéndolos en la tesitura de tener que dar buenas respuestas.

Después de todo, en la cosmovisión trumpiana de suma cero “Yo gano, tú pierdes”, los fracasos del Congreso de los que se pueda culpar a los demócratas son casi tan buenos como los éxitos de la Casa Blanca. Trump tiene un blanco tentador con la Cámara de Representantes de EE.UU. bajo una “nueva administración”, con una cantidad récord de mujeres demócratas. Tiene todos los incentivos para apabullar a los recién llegados pasándoles la pelota y viéndolos fracasar.

Siria está madura para este nuevo concurso de culpas. Eliot Engel, próximo jefe del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara, ya ha dicho que es posible que los demócratas busquen autorización del Congreso para el uso de fuerzas militares en Siria. Pero nadie, sea demócrata o republicano, tiene un plan factible para poner fin a la guerra en Siria o siquiera ayudar a civiles sirios en cantidades significativas, aparte de hacer arriesgado que el presidente sirio, Bashar al-Assad, use armas químicas demasiado abiertamente. Cualquier paso que den será impopular para sus propios votantes y simplemente cambiará el centro de atención de la incapacidad de Trump de solucionar el problema a su propia falta de un plan.

Irán presenta a Trump otra oportunidad de causar daño político a los demócratas. Trump cumplió su amenaza en enero de retirar a los Estados Unidos del acuerdo nuclear de 2015 con Irán -conocido formalmente como el Plan Integral y Conjunto de Acción (JCPOA, por sus siglas en inglés)- si el Congreso no lo “arreglaba”. Específicamente quería la capacidad de reimponer sanciones a Irán, lo que hizo a principios de este mes. Trump ha mantenido durante largo tiempo que las sanciones obligarían a Irán a negociar, lo que no ocurrió y es improbable que suceda.

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Para empujar a Irán a sentarse en la mesa de negociaciones y, lo que es más importante, reafirmar su autoridad y salvar la cara, Trump podría verse tentado a elevar las tensiones, para no hablar de provocar a Irán a una confrontación. Y en esto Engel podría verse obligado a ser cómplice.

Engel ha declarado que Irán es el “actor más peligroso” en Oriente Medio y se opuso fervientemente al JCPOA. Aunque apoyó el acuerdo tras ser firmado y se opuso a retirarse de él, Trump podría aprovechar la posición del propio Engel sobre Irán para impulsarlo a adoptar una postura más agresiva o, si no, arriesgarse a parecer “débil” en materias de seguridad nacional. Pero es muy posible que el resultado sea una crisis de política exterior que no aporte gran cosa a un nuevo acuerdo nuclear y acabe haciendo que se repartan culpas por doquier.

Los demócratas también darán a Trump una excusa de salida en lo referente a Corea del Norte. Ya en junio Engel presentó la Ley de Referencia Nuclear para Corea del Norte, que requeriría a la Casa Blanca informar acerca del estado del programa nuclear de Corea del Norte, proporcionando una “referencia” de avance para la continuación de las conversaciones. Engel ya ha dicho que convocará a una sesión sobre las conversaciones. Lo que sea que se diga en ella podría dar al líder norcoreano una excusa perfecta para renegar de su ya vago acuerdo de desnuclearización con Trump. Kim podría argumentar que ya no se puede confiar en Trump con un Congreso hostil.

Quizás previendo una Cámara de mayoría demócrata y su consiguiente acoso acerca de Rusia, en octubre Trump retiró a Estados Unidos del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Medio (INF, por sus siglas en inglés), citando infracciones de Rusia. Firmado en 1987 por Ronald Reagan y el primer ministro soviético Mijaíl Gorbachov, el INF obligaba a Estados Unidos y Rusia a eliminar misiles crucero y balísticos lanzados desde tierra. El retiro estadounidense da la señal para una nueva carrera armamentista.

Trump ya ha llamado a elevar el gasto de defensa e iniciar una “fuerza espacial”. A medida que los demócratas se centren en la interferencia rusa en las elecciones estadounidenses de 2016, los vínculos de Trump con Rusia y los detalles de su conversación a puertas cerradas con el presidente ruso Vladimir Putin en Helsinki en julio, se enfrentarán a la perspectiva de autorizar un mayor gasto de defensa o, de lo contrario, parecer vacilantes e hipócritas sobre Rusia.

Gran parte del mundo recibió con alivio la noticia de que los demócratas habían recuperado la Cámara Baja, porque representaba una vulnerabilidad del acercamiento agresivamente antiliberal de “Estados Unidos primero” al orden mundial. Pero los demócratas harían bien en resistir el impulso de intentar corregir los errores que perciban de Trump. La Cámara Baja tiene apenas el poder suficiente para meterse en problemas exteriores, pero no para salir de ellos o adoptar e implementar una estrategia coherente. Su mejor apuesta es dejar que Trump tome la iniciativa en estos asuntos, con todo lo difícil que esto pueda resultarles, y trabajar activamente para hacer de contrapeso a sus medidas. La capacidad de supervisión y el poder de los fondos serán sus herramientas más potentes.

Al final, Trump necesitará a los representantes demócratas en la Cámara Baja para obtener dinero, validar sanciones o aprobar acuerdos de comercio. Si juegan bien sus cartas, él tendrá que hacerles concesiones. Si no lo hacen, verán que Trump sigue teniendo una mano mucho más sólida.

Traducido del inglés por David Meléndez Tormen

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